EL MONO DE LAS NUEVE COLAS

La hija de Olofin vivía triste y nada le llamaba la atención, por más que su padre se esmeraba nunca se dibujaba una sonrisa en su rostro.

Un día que salieron a dar un largo paseo por el bosque, divisó entre unas ramas un mono con nueve colas, el brillo de sus ojos recorrió la espesura.

Fue tanto su entusiasmo por el raro animal que el padre la ofreció en matrimonio a aquel que lograra capturarlo y traerlo al palacio.

Muchos fueron los cazadores que salieron precipitadamente al bosque, llevando consigo las mejores trampas; pero el más humilde de todos, antes de partir, fue a ver a Orula quien le hizo ebó con un hueso de jamón y un cordel, indicándole que lo llevara a lo alto de la loma y se acostara cerca.

Al olor del hueso, acudieron muchos animales, entre los que se encontraba el mono de las nueve colas. Cuando el cazador vio que estaba entretenido, fue halando poco a poco el cordel, hasta que tuvo el animal al alcance de sus manos, lo ató con la soga y partió para el palacio de Olofin, quien feliz, por haber recobrado la alegría de su hija, se la concedió en matrimonio.

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