FUELLE

Ogún estaba trabajando en su herrería y la candela se le apagaba constantemente, pues como la candela es de Shangó, no quería trabajar para él.

Su amigo Fuelle, que vio los trabajos que pasaba, quiso ayudarlo y se brindó voluntariamente a que lo amarrara por los pies, mientras él soplaba la candela para mantenerla viva.

Trabajaron todo el día y Ogún estaba muy contento por el adelanto que había tenido con todos los encargos pendientes.

Al final de la jornada, Fuelle le pidió al herrero que lo soltara. Ogún estuvo pensativo un rato y luego le contestó:

–Mira, si te suelto hoy, ¿quién me ayudará mañana con todo lo que queda por hacer? Mejor te quedas así, que me haces mucha falta.

Así fue que Fuelle quedó preso por hacer favores.

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