IRUKE Y MAJÁ

Había una gran escasez de cocos, y Obatalá necesitaba conseguir tres para rogarse la cabeza.

Majá, que estaba pasando muchos trabajos, lo supo y fue al camino por el que siempre pasaba Obatalá. Los puso allí y se detuvo a esperar al orisha.

Al encontrar los cocos que tanto necesitaba, Obatalá se puso muy contento y le dijo a Majá que le daría la gracia que él pidiera.

–El problema es, Babá –dijo Majá–, que no puedo comer por que no tengo dientes, y como me arrastro no es fácil que consiga algo.

Obatalá tomó dos alfileres, se los puso a Majá como dientes y le dijo que en lo sucesivo podría comer todo lo que estaba al alcance de su boca.

Diciendo esto Obatalá se puso en marcha con su séquito. Pero sucedió que el ayudante de Venado, Iruke, se cayó. Como Obatalá le había advenido a sus acompañantes que nunca volvería para atrás por el camino que ya había transitado, Iruke quedó en el suelo. Aunque Venado insistió en que volvieran a buscarlo, Obatalá dijo que no, que si se había caído, se lo comería Majá y Venado por desobediente quedaría sin ayudante para el resto de su vida. Es por eso que Venado no tiene cola, porque a Iruke se lo comió Majá.

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