LA COMIDA DE OGGÚN

Hubo un pueblo donde todos los perros estaban muy flacos porque nadie les daba de comer. Un día, alguien se compadeció de ellos y empezó a darles las sobras. Los demás, poco a poco, fueron haciendo lo mismo.

Los canes empezaron a engordar y estaban muy contentos de cómo los trataban en aquel sitio.

Pasó algún tiempo y apareció allí un hombre que dijo llamarse Ogún quien, intrigado por la conducta de aquellos seres que no trabajaban ni producían nada y a quienes todos trataban tan bien y les daban de su comida, preguntó cómo los llamaban y por qué estaban tan gorditos.

Nadie le supo explicar a ciencia cierta, por qué los querían tanto, pero le respondieron que eran animales simpáticos y cariñosos que no hacían daño a nadie.

Ogún traía mucha hambre, pues venía del bosque y las cosas se habían puesto muy difíciles ese año. Por eso, al ver un perro negro muy gordo, le resultó apetitoso y decidió que se lo comería.

Probó la carne del animal y le supo bien, Entre las dentelladas que daba a uno de los muslos de su presa, les aseguró a los que se amontonaron para verlo:

–Creo que desde este momento me comeré un perro negro de vez en cuando.

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