LA NARIZ

La nariz, los ojos, las extremidades, el tronco y las orejas, fueron a registrarse con Orula y este les dijo que tenían que hacer rogación porque podía venir un tiempo en que estuvieran tan cansados que se iban a dormir.

Cuando salieron de allí cada cual tomó su camino. Los ojos acostumbrados a verlo todo no creyeron que en algún momento se pudieran cerrar. Las extremidades, listas siempre para andar los caminos, rieron ante la idea del cansancio. El tronco no se imaginó en otra posición que no fuera erguido y las orejas despreocupadas olvidaron la rogación. La nariz fue la única que siguió el consejo del adivino.

Un tiempo después los ojos sintieron que el cansancio los cerraba. Las extremidades agotadas necesitaron reposar. El tronco sin apoyo buscó donde acostarse. Las orejas quedaron profundamente dormidas junto a los demás. En medio de aquel silencio, solo la nariz quedó despierta.

Desde entonces, cuando el cuerpo duerme, la nariz vela.

Le puede interesar

0 comentarios

Recientes

Formulario de contacto

Nombre

Correo electrónico *

Mensaje *