ORULA VA A LA GUERRA

El pueblo le declaró la guerra a Olofin e instaron a Orula a que participara con ellos.

Orula asintió pero puso una condición: llevaría un caldero con su comida por si le entraba hambre por el camino. Así partió con el ejército que atacaría el palacio de Olofin.

Como el caldero era grande y el sabio lo arrastraba con una soga, se enredaba constantemente en la maleza. Esta fue la causa por la cual Orula se quedó rezagado.

Ogún, que había acudido en ayuda de Olofin, desarrolló una de las matanzas más grandes de las que se tenga noticia.

El último en llegar fue el adivino y Olofin, muy intrigado en saber cómo Orula se había atrevido a participar en la revuelta, lo llamó.

–A mí me obligaron, Babá –dijo Orula–, pero como sabía lo que pasaría, lo que hice fue traerle comida para usted en este caldero.

Olofin lo perdonó y lo dejó encargado de todos los asuntos del mundo.

Le puede interesar

0 comentarios

Recientes

Formulario de contacto

Nombre

Correo electrónico *

Mensaje *