OYÁ VENCE A SHANGÓ

Oyá tenía un rebaño de carneros. Había uno pequeño que por cariñoso se había convertido en su mascota.

Un día Shangó invadió el reino de Oyá con un poderoso ejército y esta corrió a esconderse.

El rey del fuego pensó que había ganado fácilmente la guerra; pero no encontró a la soberana por ninguna parte, lo que hizo que se sintiera desconcertado.

Registró el palacio y en una de sus habitaciones liberó al carnerito que balaba desconsolado. Sorprendido lo siguió hasta un pasadizo que no había visto antes y tras una puerta sintió los pasos de Oyá, esta al verse en peligro lanzó una centella y los soldados del Alafin dispararon sus armas.

La soberana emitió un sonido agudo y penetrante, comenzaron entonces a salir los espíritus que venían de las entrañas de la tierra, formando una fuerza temible.

Los invasores temblaron de miedo y su jefe palideció. La organizada fuerza militar se deshizo en segundos por donde mismo había venido.

Oyá, ahora vencedora, no quiso ver más a los carneros por los que había sido descubierta y los echó de allí. El rebaño siguió los pasos de los hombres de Shangó, los que al sentir aquel tropel pensaron que los espíritus los perseguían y corrieron cada vez más rápido, para nunca volver.

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