SHANGÓ GRITA EN EL CIELO

Olofin llamó a Eleguá, Ogún y Shangó y les dijo que al que le trajera un ratón le concedería una gracia.

Eleguá salió como siempre el primero y encontró un ratón, se lo metió en la boca y se lo comió. Ogún, que había salido un poco después, hizo otro tanto.

Shangó, que salió último, pudo a duras penas cazar su ratón y para que no desconfiaran de él, se lo metió en la boca.

De regreso a casa de Olofin, Shangó no habló ni una palabra y cuando Olofin preguntó dónde estaba el ratón que les había pedido, Shangó abrió la boca y salió el animal vivo. Por lo que Olofin sentenció:

–Desde hoy, el único que puede gritar en el cielo es Shangó.

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