LA MUJER DEL CAZADOR
Ochosi iba todos los días a cazar animales, los que ofrendaba a Olofin y tomaba las carnes para su sustento.
Su mujer, decidida a averiguar el misterio de las presas desangradas, agujereó el apó que se usaba para su traslado y al día siguiente siguió el rastro que dejaba. Así llegó al lugar donde su esposo confiado esperaba para hacer su sacrificio. Una vez allí se escondió presurosa entre unos arbustos.
Poco después se presentó Olofin que no ignoraba la presencia de la mujer y decidió castigar su indiscreción, por lo que cuando Ochosi fue a presentarle su ofrecimiento le dijo:
–Dile a tu mujer que salga de atrás de esos arbustos.
La mujer sorprendida salió de su escondite y se inclinó al Hacedor quien pronunció su sentencia:
–La curiosidad te hizo seguir la sangre, por eso a partir de hoy cada cierto tiempo la verás en tu cuerpo para que nunca olvides la falta cometida.
Su mujer, decidida a averiguar el misterio de las presas desangradas, agujereó el apó que se usaba para su traslado y al día siguiente siguió el rastro que dejaba. Así llegó al lugar donde su esposo confiado esperaba para hacer su sacrificio. Una vez allí se escondió presurosa entre unos arbustos.
Poco después se presentó Olofin que no ignoraba la presencia de la mujer y decidió castigar su indiscreción, por lo que cuando Ochosi fue a presentarle su ofrecimiento le dijo:
–Dile a tu mujer que salga de atrás de esos arbustos.
La mujer sorprendida salió de su escondite y se inclinó al Hacedor quien pronunció su sentencia:
–La curiosidad te hizo seguir la sangre, por eso a partir de hoy cada cierto tiempo la verás en tu cuerpo para que nunca olvides la falta cometida.
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