EL TESORO DE OBBATALÁ

Los orishas celebraron una reunión y acordaron buscar comida cada cual por su lado para luego compartirla con los demás.

Eleguá que, como siempre, fue el primero en salir, se encontró un chivo y lo mató, pero como pensó que la carne se echaría a perder antes de que él pudiera llegar donde estaban los otros, se lo comió.

Ogún encontró babosas y pensó que a Obatalá le gustaban mucho; luego lo pensó mejor, ya que las babosas eran pequeñas y no tenía tantas, se las engulló.

Shangó encontró un gallo y con la esperanza de encontrar otro, se lo fue comiendo por el camino.

Así cada cual se comió lo que encontró, menos Obatalá, que no había encontrado nada y estaba muy disgustado, hasta que buscando por una maleza se cayó en un pozo donde encontró un gran tesoro.

Cuando volvieron al punto de partida, Obatalá regresó con su tesoro. Al encontrarlos a todos satisfechos y con la barriga llena, les dijo que no le daría nada a nadie, pues “el que no cumple lo acordado, no puede reclamar nada”. Los demás orishas se sintieron ofendidos, pero ellos eran los culpables.

Le puede interesar

0 comentarios

Recientes

Formulario de contacto

Nombre

Correo electrónico *

Mensaje *